La responsabilidad fiscal, el reto que Joan Iglesias propone a los directivos de Respon.cat
Tal como anunciamos, ayer tuvo lugar el primer Foro directivo de Respon.cat, dirigido al nivel directivo de las empresas miembros de la iniciativa, para reflexionar sobre aspectos relevantes de la responsabilidad social de las empresas, especialmente conectadas a la estrategia corporativa ya grandes retos de la sociedad.
El tema elegido para la colocación fue la Responsabilidad fiscal, un tema de menudo poco considerado dentro de los aspectos de la Responsabilidad Social. La propuesta tenía un gran interés y no defraudó nada, gracias a las excelentes reflexiones aportadas por el ponente Joan Iglesias Capellas, inspector de Hacienda del Estado que en este momento ejerce de director del programa para la definición de un nuevo modelo de Administración tributaria de Cataluña como asesor del presidente de la Generalidad de Cataluña.
Josep Santacreu, consejero delegado de DKV y uno de los líderes de Respon.cat, presentó la sesión, destacando la relevancia de este enfoque, y que está muy bien que desde Respon.cat se desarrolle un sentido completo de la Responsabilidad Social de las Empresas que no deje al margen un aspecto tan relevante como la fiscalidad. Añadió que interesa incorporar el concepto de responsabilidad fiscal como parte importante de la Responsabilidad Social de las Empresas ya que podemos ayudar a mejorar el modelo fiscal y su eficiencia a la vez que promover la reputación fiscal.
La sesión ha planteado cuestiones relativas sobre cómo es y cómo debería ser la organización y gestión de la Agencia Tributaria dentro del marco de una nueva concepción de lo que se entiende actualmente en relación con los servicios que presta el Estado como contraprestación a los tributos recaudados.
Iglesias ha comenzado destacando que hoy en día cuando se habla de reformas fiscales se
habla mucho de la estructura fiscal, poco de la administración tributaria y nada del modelo de gestión, lo que hace ineficaces los cambios. El sistema tributario español, creado en 1978, se basa en la autoliquidación, pero esto no tiene porque ser así. Se hizo así, en su opinión, para que, de golpe, para entrar en la OCDE, había que aplicar unos impuestos que otros países que hacía medio siglo que aplicaban. Se tuvieron que crear las fuentes muy rápidamente, y había que funcionara desde el minuto uno. Como no se podía hacer como los demás tuvieron que innovar y se inventaron la autoliquidación. Como la administración admitió que no podía asumir el volumen de gestión, optaron porque se lo hiciera cada uno. Por lo tanto, el peso del sistema descansa en el contribuyente, el ciudadano y la empresa. El modelo fiscal español hace un control a posteriori a partir de la autoliquidación donde el contribuyente hace el trabajo, declara y liquida. En este modelo la Administración se dedica básicamente a controlar. Y por lo tanto, decide a quién controla.
En todo caso, este modelo hace que no sean necesarios tantos funcionarios como otros países con modelos donde la Administración se compromete en el resultado. Aquí siempre estás bajo sospecha, con incertidumbre sobre autoliquidación. En otros países hacen el esfuerzo no de control posterior sinó de conocimiento y relación permanente, modelo que requiere más funcionarios pero que se demuestra más efectivo. ¿Porqué Alemania necesita cinco veces más funcionarios si el PIB sólo es dos veces más? ¿Porqué no nos copian? Tienen claro que después de tantos años, España no mejora. Lo hacen mejor que la administración tiene diálogo con los contribuyentes y habla desde el minuto cero. Los conoce, está el inspector de cabecera. España ha reservado sólo el control. Y aún así tampoco puede controlarlo todo e invierte en tecnología de la Agencia Tributaria para hacer las declaraciones informativas.
El sistema español hace que 51 millones de obligados contribuyentes trabajen aportando los datos, y que la Administración trabaje sobre explotación de los datos de los declarantes. Unos 800 inspectores encuentran 24.000 casos de no declarantes (economía sumergida). Y cuando se da el caso, a menudo accidentalmente, se investigan delincuentes.
En este modelo el impacto real de la inspección finalmente es muy bajo por el esfuerzo que supone. La presión fiscal española es de un 44%. Así, de un PIB de un billón debería salir un rendimiento de 440.000M €. Y en cambio es de 350.000. Todo esto corresponde a fraude, se pregunta. La respuesta es que en una parte muy importante es ineficiencia. Y la consecuencia es una injusticia para los que pagan ya que la presión fiscal total termina siendo al final del 35% pero quienes pagan lo hacen en un 44%.
La autoliquidación está bien y debe mantenerse, ya que ahorra muchos recursos públicos. Los costes internos respecto a la recaudación efectiva son buenos, pero esto es así en la medida que transfiere el trabajo al contribuyente. Puede parecer que es eficaz pero en cambio presenta ineficiencias por el modelo de gestión. En un año la inspección de la Agencia Tributaria emite 10.000 liquidaciones, de las que cobra 2.500, con un coste de 1.500. Si el tax gap español es de 90.000M € hay un gran margen de mejora con una buena gestión. Tenemos los tipos más altos del planeta y con el sistema que se declara como más eficiente del mundo. Y la culpa por lo tanto debe de ser del contribuyente, que es quien hace el trabajo! Quizás el modelo de gestión no es el mejor, con una eficiencia 10 puntos de la media, que quiere decir a mucha distancia de los mejores.
El gobierno sueco encargó un estudio sobre la recaudación potencial y calcularon el tax gap. Y con el dato se asustaron. El tax gap es la diferencia entre lo que proporciona el sistema y lo que podría aportar. Es lo que permite valorar el esfuerzo que hay que hacer. Hay experiencias. Suecia está ahora al 90% de eficiencia (tax gap de 10%) y quiere llegar al 94% y estaba al 70% en 1999. Su esfuerzo está en la eficiencia del propio sistema. Australia también ha introducido mejoras interesantes y el Reino Unido también lo ha estudiado, explicando cómo se compone para trazar su estrategia.
También puede darse el caso de que no funcione ni la estructura fiscal ni la administración tributaria. Es el caso de España, donde ni siquiera se ha calculado el tax gap. No se conoce cuál es la ineficiencia. Cada experto hace estimaciones sobre cuál es el fraude fiscal, cuánta economía sumergida hay, etc., e incluso el ministro dice que es muy difícil de calcular, pero otros países bien que lo hacen. El modelo español, es pues, cercano a una ineficiencia extrema para un tax gap excesivo y una falta de herramientas de medición y de mejora.
La primera recomendación de los expertos al gobierno sueco fue que no hablara tanto de fraude sino de cumplimiento. Si decimos que hay mucho fraude invitamos a hacer porque es la normalidad, mientras que si vamos comunicando que ya somos más los que pagamos y cumplimos estamos generando un mensaje de que los defraudadores son cada vez un grupo más reducido ya extinguir. Para hacer que la gente cumpla podemos optar por el daño o la ganancia, el castigo o el incentivo. En España -y aquí quizá sí hay causas históricas- se optó por el daño, el castigo. De hecho, incluso se esconde la información al contribuyente y luego le persigue.
Si el modelo es de control, el patrón de conducta es de controlador y se polariza la relación hasta el punto que se acaba viendo a todos como potencial defraudador. Y lógicamente el contribuyente acaba teniendo una imagen de la Administración como peligro a evitar, dando lugar a un juego donde la colaboración se hace ausente.
Con la globalización, el sueño del control absoluto ya no funciona, se les escapa todo. Y algunas administraciones ya ven que lo importante no es el control sino la gestión y la colaboración. Como aquí sólo se hace control no se sabe hacer nada más y ahora el control ya no sirve como antes, aquello por lo que has preparado ya no sirve. Es un problema conceptual y cultural porque ahora te dicen que aquel contribuyente que has estado persiguiendo ahora te has de entender. Con la colaboración aumentan los ingresos voluntarios y se pueden poner a controlar los que están identificados como incumplidores y se cierra el círculo.
El objetivo central no debería ser lucha contra fraude sino que la hucha llena, ya que 27.000 funcionarios nunca podrán contra 51 millones de contribuyentes si no hay unas condiciones de colaboración. Si tienes que diseñar un modelo qué paradigma elección, el de la confianza o el del control? El paradigma de la confianza parte de reconocer que el control total es imposible. Cuando se pasó del paradigma del control al del servicio, el modelo español ya quedó desubicado, y con el de la confianza aún más. Optar por este modelo no significa renunciar al control, pero centrado en los defraudadores y delincuentes, no como filosofía general del sistema.
Conviene que nos preguntemos qué percepción tenemos cuando pagamos un impuesto, si pagamos o contribuimos. Hasta el siglo XVIII se habla de tributos, que es lo que paga el pueblo vencido al vencedor. Los años previos a la independencia americana, se plantea un pacto fiscal de las colonias con la metropolis, que no es aceptado y terminan creando un nuevo estado donde los nuevos ciudadanos libres se preguntan si después de la independencia a seguir pagando tributos. Y la respuesta es que tributos ya no; hay que pagar contribuciones.
Tasas are what we pay for a civilized society
Oliver Wendell Holmes
Los defectos del sistema fiscal vigente son:
· Ineficiencia
· Conflictividad (y no instrumentos de conciliación, mediación ...)
· Inequidad
· Inseguridad jurídica
Después de 35 años hay una grave inseguridad jurídica, que provoca litigios, malas decisiones, tener que interpretar ... El tiempo perdido por inseguridad jurídica es grande, y los beneficios son pírricos. Otros países han incorporado mediación, arbitraje ... Italia ha pasado de 2 millones de casos a 250.000 mientras que España no hay ningún mecanismo alternativo. Iglesias se pregunta cómo puedo ser responsable si no sé exactamente qué debo hacer.
Hay una administración tributaria:
· Eficiente
· Profesional
· Que coopere con el sector privado (y por eso hay que generar confianza)
· Modelo en red
· Conectada con el mundo
¿Qué habría para un paradigma de confianza? El principal elemento es la transparencia. ¿Por qué no podemos tener acceso a los datos nuestros que tiene hacienda? También habría cooperación, que en las aduanas ya existe. ¿Por qué no hacer lo mismo en IRPF, IVA ...? Iglesias también cree que se necesitan incentivos al cumplimiento voluntario, que no hay que entender únicamente como económicos sino sobre todo intangibles a partir del concepto de la reputación fiscal, que se podría objetivar con un rating positivo de quien hace las cosas bien. Por ejemplo, ele presupuestos de las empresas danesas incorporan un código que muestra el perfil fiscal para que puedas valorar la reputación fiscal de una empresa. Así la economía sumergida baja rápidamente. Más que destinar los esfuerzos a perseguir la economía sumergida de empresas de las que no se sacará ningún retorno, lo que hay es expulsarlo del mercado y que una empresa legal ocupe su lugar.
Otro incentivo que en algún país funciona es la "segunda oportunidad" para un contribuyente que ha tenido un mal paso y es recuperable. No se puede tratar igual a quien ha cometido un error pero siempre ha tenido conciencia fiscal que quien es un defraudador nato. La Administración hace un servicio público cuando echamos los incumplidores del mercado y ampliamos la base de contribuyentes.
Si hacemos todo esto mejora la conciencia fiscal. Y si no la mejoramos no podemos ir a luchar contra todos los contribuyentes. Si el contribuyente tiene las herramientas y puede ver su información puede hacerlo mejor y puede corregir inmediatamente, con autocontrol y autogestión. Así podríamos pasar de un millón de complementarias a 25.000. Tus datos deberían estar a tu disposición 24h al día 365 días al año, manteniendo la autoliquidación, y hacer que las actualizaciones y correcciones que sea necesario. Si hacemos responsable al contribuyente, por qué no le damos las herramientas para hacerlo bien? La tecnología lo permite. Y quizás muchas de estas paralelas ya se las hará el propio contribuyente y no será necesario destinar tantos esfuerzos.
Juan Iglesias citó para terminar una frase q le dijeron y que la encuentra clave: quién paga a hacienda paga todos.
Por parte de los representantes de las empresas miembros de Respon.cat, reafirmó la necesidad de integrar la responsabilidad fiscal como una materia relevante dentro del conjunto de la Responsabilidad Social de las Empresas, lo que puede profundizar en el concepto de reputación fiscal , que puede mejorar la eficiencia del sistema, los recursos para políticas públicas, la equidad en el mercado y la mejor facilidad y claridad en la gestión empresarial.
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